dijous, de juliol 28, 2011

La ética de la lucha por la supervivencia como criterio de inclusión y exclusión moral (1)

Durant aquests dies, mentre descanso, aniré publicant un escrit que vaig fer sobre Darwin que us pot interessar per a entendre, per exemple, Bolònia o el neoliberalisme. Acabo d'enllestir un altre, per cert.


En este año en el que se celebra el centenario del nacimiento de Charles Darwin (1809-1882) es pertinente insistir en la importancia que tuvo, y tiene, en el devenir pedagógico de la modernidad. Aunque pocos son los que dudan de la trascendencia de las aportaciones científicas y sociales que se derivaron de las ideas científicas del naturalista, su influencia en el curso pedagógico no ha sido relatada convenientemente. En esta comunicación ponemos de manifiesto la conexión histórica que se ha establecido entre el carácter moral de les personas y la competencia social.

Especialmente a partir de los inicios de la Revolución industrial que se desarrollaron en el siglo XIX y XX un conjunto importante de lecturas ideológicas de Darwin se pusieron en marcha. El terreno estaba abonado para iniciar lo que fue sin duda una nueva cosmovisión: El Conde de Buffon (1707-1788),[1] el biólogo francés Jean-Baptiste de Monet de Lamarck (1744-1829) o Lyell[2]; pero también colaboraron a generar un ambiente propicio Condorcet, (1743-1794), Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831), August Comte (1798-1857) y Johann Gottfried Herder (1744-1803) con sus eminentes proposiciones sobre la historicidad y el progreso.
Hasta tal punto fue importante el cambio social que se produjo a partir de las aportaciones darwinistas que algún autor ha señalado que en el novecientos cuatro son los pilares que sustentan la cultura en el marco de la defensa de la libertad que otorga el proceso secularizador: 1. La lucha por la vida (Darwin); 2. La desproporción entre los recursos naturales y las necesidades (Malthus); 3. La lucha de clases (Marx); i, 4. El conflicto entre el sujeto y la solidaridad social (Stirner i Nietzsche)[3].


Esteruelas Teixidó, A. (2009). “La ética de la lucha por la supervivencia como criterio de inclusión y exclusión moral”. A Berruezo Albéniz, Reyes i Conejero López, Susana(Coord.). El largo camino hacia una educación inclusiva: la educación especial y social del siglo XIX a nuestros días. XV coloquio de Historia de la Educación. Pamplona 29, 30 de juny i 1 de juliol (pp. 139-146). Pamplona: Universidad Pública de Navarra.

[1] Sobre la influencia del conde de Buffon en España: Josa Llorca, J. La influencia en España de las ideas científicas del naturalista Georges Louis Lecrerc, conde de Buffon. Tesis doctoral. Universitat de Barcelona. Facultat de Geografia i Història.
[2] Sobre Lyell, Darwin dejó escrito lo siguiente: "Siempre he sentido que debo al viaje el primer entrenamiento real o educación de mi mente; fui conducido a poner mucha atención a múltiples aspectos de la historia natural, y así mejoró mi capacidad de observación … Al primer examen de la geología de un nuevo distrito, nada aparece más desesperanzador que el caos de rocas; pero después de registrar la estratificación y naturaleza de las rocas y fósiles en muchos puntos, razonar y predecir lo que se encontrará en un nuevo sitio, la claridad aparece y la estructura del todo se hace inteligible. Siempre llevé conmigo el primer volumen de los Principios de Geología de Lyell y el libro fue de la mayor utilidad…" (Darwin, 1892, página 28). "Debo más a Lyell que a cualquier otra persona… Su mente destacaba por su claridad, cautela, juicio y mucha originalidad. Cuando yo le hacía alguna observación en geología, él no descansaba hasta analizar el caso completamente, y a menudo me hacía verlo con mucho mayor claridad que antes" (Darwin, 1892, página  35). Darwin, F. (ed.) (1892). The Autobiography of Charles Darwin and Selected Letters, Dover Publications Inc. New York. Citat per Rozzi, R.; Massardo, F. (1999). La Teoría Darwiniana de la Evolución: un caso paradigmático para las interrelaciones entre ética y ciencia. Recuperado 7 de febrer de 2009 http:// www.ciencia.cl/ CienciaAlDia/ volumen2/ numero4/ articulos/ articulo5.html
[3] Sobre la importancia de Darwin en la pedagogía que se desarrolla en el siglo XIX i XX en Cataluña puede verse Esteruelas, A. (2008). La qüestió obrera i el caràcter català (1868-1914). Barcelona: La Busca Edicions.

dimarts, de juliol 26, 2011

La ética de la lucha por la supervivencia como criterio de inclusión y exclusión moral (4)

La necesidad de una vida metódica
No debemos perder de vista que la ética de la lucha por la supervivencia, ha funcionado como una metáfora al socaire de las tesis de Darwin y de Hobbes. Tanto la lucha por la vida como la selección natural han inspirado lo que se conoce como una ética "contrastante", es decir, una moral de contraste[1]. Esta ética ha dado como resultado una proyección sobre la propia naturaleza que se concreta tanto en el modelo hobbesiano de un estado liberal como en el modelo malthusiano de la economía y la práctica productiva de la selección artificial. Ahora bien, desde finales del siglo XIX se sabía que la lucha económica no era una consecuencia directa de las teorías de Darwin[2].
En este reconocimiento de la necesidad de regular la vida, cabía perfectamente, la disciplina y la vida metódica de la que hicieron gala, como no, los calvinistas. Si la manera de ganar en la naturaleza es crear normas en la sociedad, la forma de triunfar en la lucha por la existencia es disciplinar la propia vida. En consecuencia, luchar por la vida va a querer significar trabajo duro y disciplina rigurosa. Las armas: instrucción, educación, laboriosidad, actividad y energía. Pero por muy buenas que sean las herramientas nada se conseguiría si no se dispusiera del carácter, es decir, honradez, discreción, integridad, paciencia y buenos hábitos[3]. Es decir, la lucha se sitúa en una escala ética. Andamiaje y cuidado de sí mismo. Cada cual depende de sí mismo en un sentido absoluto, y, por lo tanto, hay que trabajar lo que se debe llegar a ser. Aunque más adelante insistimos en ello, valga este ejemplo: “Te conviene, pues, coordinar y metodizar tus trabajos y el régimen de tu vida de tal manera, que puedas dedicar tu atención y tu empeño a la consecución de estos dos fines: aumentar el caudal de tus conocimientos y labrarte una fortuna”[4].
Con la introducción del darwinismo social, la vida quedará transmutada completamente. Si en el pasado “vida” era sinónimo de “trabajo”, quizás también de sufrimiento, ahora adquirirá la acepción de “lucha” y de “competencia”. Tiempo atrás eran las circunstancias las que mandaban, ahora será el propio hombre el que se erija en su principal enemigo. El darwinismo capitalista devolvía a Hobbes lo que el filósofo le había prestado, pero con intereses, es decir, incluyendo la plusvalía del azar: “(...) cuando apenas has dejado los juguetes por los libros, (...) no puedes prever la azarosa vida de lucha y trabajo que te espera”[5]. Lucha y suerte. En esta línea hobbesiana, no resulta extraño en absoluto que la guerra fuera considerada, como lo fue, una manifestación del espíritu de competencia.
Algunas consecuencias de estas proyecciones históricas han resultado tan importantes que aún se encuentran enormemente presente en las sociedades actuales. Se trata, efectivamente, del individualismo exacerbado y de la valoración de la rentabilidad y la competitividad atendiendo únicamente a un criterio crematístico (el perjuicio ecológico, aunque cada vez más y mejor valorado, no se encuentra presente en la contemplación de la viabilidad de las empresas, por ejemplo, ni mucho menos en las cuentas de resultados)[6]. No debería ser necesario aclarar que tanto el individualismo como la competitividad son causa principal de la crisis ecológica mundial. Al promover un fuerte individualismo, y vincularse estrechamente al progreso social, la "lucha por la existencia" y la "selección natural", que han actuado como metáforas, han favorecido patrones de un consumo hiperbólico y de explotación del ambiente natural.
Pero no tiene nada de natural, ni tampoco de científico, suponer que las sociedades se pliegan, se comprenden y se explican atendiendo a nociones darwinianas. Tampoco es natural entender la necesidad indudable de un mundo moderno-liberal, que ha sido, parece evidente, tanto causa como consecuencia de las propuestas naturalistas. Y, no obstante, no es extraño encontrar aún estudiosos de la ecología que suponen que la visión esencialmente social que se ha destilado de los trabajos darwinianos constituye un hecho natural, sin más.
Al final, lo que ha derivado de la proposición de la lucha por la supervivencia ejemplifica a la perfección, insistimos, lo que Michel Foucault llamó “producción de discursos verdaderos” a partir de unos postulados determinados. La ética de la supervivencia es tan importante que es opinión común considerarla parte esencial de la naturaleza, de la naturaleza natural y de la naturaleza humana, actuando entonces la ética de limitadora del individualismo, considerado también natural[7]. Ideas que fueron denunciadas, en su preciso momento y en su justa medida, por Kropotkin. Así, el autor de La ayuda mutua declaraba que la creencia en "la lucha dura y despiadada por la vida" acabó por convertir “semejantes opiniones (…) en una especie de dogma, de religión, de la sociedad instruida..." [8].
Sea como fuere, históricamente se ha vinculado la metáfora de la lucha por la existencia a una representación exacta, casi un modelo de explicación teórica, de las relaciones naturales; curiosamente, “(...) un modo derivado de las relaciones sociales moderno-liberales, paradigmáticamente definidas por Hobbes” en opinión de Rozzi i Massardo. Además, estos autores han señalado que “(...) todavía podemos encontrar signos de la influencia de una ética hobbesiana sobre las teorías ecológicas en nuestros días”[9]. Una muestra más de la pertinencia de Darwin para nustras valoraciones pedagógicas.
Las consideraciones que acabamos de hacer no escaparon a los socialistas del siglo XIX. Así podemos entender las discusiones que se iniciaron en torno a la expresión “los más aptos”, puesto que, a pesar de los esfuerzos para crear la sinonimia, no tiene idéntico significado en los discursos referidos a la naturaleza que en los referidos a la sociedad. Sin embargo, vale la pena contemplar que la sociedad, la pedagogía misma, se interpreta en clave naturalista; incluso el lenguaje deviene un lenguaje biológico que llega a hablar de "las necesidades de la especie" en lugar de, por ejemplo, el deseo sexual. De esta manera una buena parte de los enfrentamientos teóricos del socialismo militante giró alrededor de la discusión de esta expresión porque la burguesía había utilizado Darwin en beneficio propio de tal manera que acabó por confundir al obrerismo, a pesar de los esfuerzos de Anselmo Lorenzo, el prestigioso traductor de la Escuela Moderna de Ferrer, por patentar la trampa:  “no condeno a Darwin, sino a la burguesía que lo ha utilizado”[10].
De hecho, una parte de lo que estamos diciendo ya fue anotado hacia 1880 por Frederick Engels. Efectivamente, en su obra La Dialéctica de la Naturaleza escribió: "La teoría darwiniana de la lucha por la superviviencia es simplemente la transferencia de la sociedad capitalista y de la teoría económica de la competencia a la naturaleza orgánica"[11]. Engels, en resumidas cuentas, llamó la atención sobre la analogía entre la competencia biológica y la económica que, de hecho, se reforzaban mutuamente. Liberalismo y naturalismo en perfecta simbiosis. La importancia de la economía daba como resultado que la naturaleza se interpretara con un criterio material con el objetivo de legitimar la ideología liberal. El enfoque de una economía competitiva, un sistema social y político, acabará por legitimarse apelando a la biología y a la naturaleza. Hasta nuestros días.


Esteruelas Teixidó, A. (2009). “La ética de la lucha por la supervivencia como criterio de inclusión y exclusión moral”. A Berruezo Albéniz, Reyes i Conejero López, Susana(Coord.). El largo camino hacia una educación inclusiva: la educación especial y social del siglo XIX a nuestros días. XV coloquio de Historia de la Educación. Pamplona 29, 30 de juny i 1 de juliol (pp. 139-146). Pamplona: Universidad Pública de Navarra.

[1] Rozzi, R.; Massardo, F. (1999). Artículo citado.
[2] Lafargue, P. (1974). El derecho a la pereza. La religión del capital (4a de Manuel Pérez Ledesma ed.). Madrid: Editorial Fundamentos, página 6.
[3] Cuyàs i Armengol, A. (1918). Obra citada, página 10-11.
[4] Cuyàs i Armengol, A. (1918). Obra citada, página 111.
[5] Cuyàs i Armengol, A. (1918). Obra citada, página 10. El elemento azaroso es muy significativo porque ejercerá la función de transvalorador. Poco a poco, el azar irá ganando terreno hasta convertirse en el sistema capitalista en un “capitalismo de casino”, como lo llamó Susan Strange, (1986), Casin Capitalism, Oxford.
[6] Este hecho es conocido de forma general. Véase, por ejemplo, el artículo citado de Rozzi, R.; Massardo, F.
[7] Es preciso recodar que Joan Bardina cuando se refiere a la lucha humana pone como ejemplo la naturaleza, incluso la microscópica. Bardina i CAstarà, J. (1916). Obra citada, página 61.63.
[8] Kropotkin, P. (1902). Introducció. En Kropotkin, P. (1970). Obra citada, página 17.
[9] Rozzi, R.; Massardo, F., (1999). Artículo citado.
[10] Lorenzo Asperilla, A. (1912). El derecho a la evolución. El Porvenir del Obrero, 312.
[11] Diamond, J.M. (1978). Niche shifts and the rediscovery of interspecific competition. American Scientist, 66: 322-331. Citado por Rozzi i Massardo. (1999). Artículo citado.

diumenge, de juliol 24, 2011

La ética de la lucha por la supervivencia como criterio de inclusión y exclusión moral (3)

Ética de la lucha, ética del éxito
La ética del éxito será la ética de la competencia capitalista, social, no natural[1]. Este será precisamente el sentido que adquirirá la respuesta kropotkiana en lo que atañe a la lucha por la vida: la ayuda genera éxito. El proceso de naturalización ya fue identificado en su momento. Kropotkin, por ejemplo, afirmaba que “semejantes opiniones se convirtieron en una especie de dogma, de religión de la sociedad instruida”[2].
  Como sabemos, las formulaciones del darwinismo social, claramente legitimadoras de una economía y de una sociedad, fueron proclamadas por Herbert Spencer. El principio de la supervivencia social y económica de los más aptos había sido reconocido como una ley reguladora del desarrollo social y que llevaba aparejada una competencia despiadada entre los individuos y las empresas, los menos competitivos de los cuales serían eliminados; “competencia” devenía sinónimo de “éxito”, y “éxito” sinónimo de “ganar dinero”. La vida se secularizaba, pero sobretodo, se materializaba. Este era precisamente el funcionamiento de la pirámide del éxito de Cuyàs (Estudio, educación, trabajo, perseverancia, voluntad,  carácter, honradeza, veracidad, religión, patriotismo, civismo, ideales y, finalmente, el éxito)[3].
La importancia de esta ética del éxito se puede comprender exactamente en el nuevo mundo global, donde la lucha por la supervivencia, no lo olvidemos, es una de las más importantes señas de identidad de la empresa[4]. Algunos autores actuales han reconocido que, pese a las citaciones de los economistas clásicos, “(...) la visión que se propone de la sociedad tiene muchas mayores coincidencias con la teoría moral de Bernard de Mandeville que con las ideas de Adam Smith, Ricardo o John Stuart Mill”[5]. Es decir, también nuestra sociedad, bajo criterios aparentemente de ciencia económica, se escuda en la interpretación deliberadamente partidista.
En definitiva, creemos que podemos afirmar que la ética de la lucha ha terminado por transvalorar toda la moral liberal del trabajo, del esfuerzo, de la constancia y del ahorro para acabar convirtiéndose exclusivamente en una ética del éxito y de la competencia [6]. Un aspecto que, por cierto, debe contemplarse como causa de una parte de la crisis de la escuela, alejada del esfuerzo y cercana a una ética del éxito.
Como sea, el darwinismo social, y este hecho se ha destacado menos de lo que sería necesario, mostró la necesidad de poner leyes, de regular socialmente e ideológicamente la lucha por la existencia. Estas propuestas resultarán esenciales pues harán de contrapunto a la versión banal del darwinismo, que había situado las relaciones humanas es un marco sólo biológico donde la función del Estado era la de no intervenir dejando que "gane el mejor".
No es esto un reconocimiento de superioridad de la sociedad, garante y reguladora, frente a la naturaleza? Entonces la lucha por la existencia era una invención ideológica de control social; dicho, con otras palabras, en el extremo, la lucha por la vida en el sentido de lucha capitalista, es contingente.[7]

Esteruelas Teixidó, A. (2009). “La ética de la lucha por la supervivencia como criterio de inclusión y exclusión moral”. A Berruezo Albéniz, Reyes i Conejero López, Susana(Coord.). El largo camino hacia una educación inclusiva: la educación especial y social del siglo XIX a nuestros días. XV coloquio de Historia de la Educación. Pamplona 29, 30 de juny i 1 de juliol (pp. 139-146). Pamplona: Universidad Pública de Navarra.

[1] “En tu carrera, en tu profesión, en tu oficio, sea cual fuere, ha de haber un primer puesto. Aspira a ocuparlo. Esa ha de ser tu ambición. Gánalo con tu estudio, con tu aplicación, tu trabajo, con tu diligencia; procurando saber más que el que más sepa en tu ramo y haciendo mejor que él lo que mejor él haga. En esto consiste el éxito”. Cuyàs i Armengol, A. (1918). Obra citada, página 95.
[2] Kropotkin, P. (1902). Introducción. En Kropotkin, P. (1970). El apoyo mutuo. Un factor de la evolución. Barcelona: Zero S.A., página 17.
[3] Cuyàs i Armengol, A. (1918). Obra citada, página 95.
[4] Perdiguero, T. G. (2003). La responsabilidad social de las empresas en un mundo global, Barcelona: Anagrama, página 39.
[5] Sobre la interpretación resumida de Mandeville podemos consultar Perdiguero, T. G. (2003). Obra citada, página 68 i siguientes.
[6] La descripción que Perdiguero, T. G. (2003). Obra citada, página 150 hace de este proceso es demoledora: “Es un tiempo en el que se extiende la fullería y la inmoralidad en el mundo de los negocios, de especulación bursátil y culto al dinero fácil, de utilización fraudulenta de la información privilegiada y de enriquecimiento salvaje; en el que las relaciones entre la política y los negocios son motivo de continuos escándalos en la mayoría de las sociedades desarrolladas. (...) El dinero y el éxito parecen justificarlo todo.”
[7] De hecho este es uno de los problemas del capitalismo en su fase global, lo que indica que la regulación iniciada en el siglo XIX iba bien encaminada. En la actualidad, el capitalismo más agresivo demanda eliminar las normas estatales, mientras que, por el contrario, las empresas están enormemente reguladas.

divendres, de juliol 22, 2011

La ética de la lucha por la supervivencia como criterio de inclusión y exclusión moral (2)

La lucha por la existencia y la aristocracia del talento
Como sea, lo cierto es que a partir y alrededor de Darwin se generó una nueva i innovadora forma de entender el mundo. La aristocracia del talento cobró, poco a poco, pero de manera constante, un nuevo brío que provocó una extensión de sus postulados a todos los aspectos de la vida social. Hasta tal punto se adueñó del pensamiento las ideas darwinistas que la competencia, en opinión del sociólogo norteamericano Richard Sennett, consiguió erigirse, nada más y nada menos, que en juicio del carácter de las personas. De hecho, la competencia se convirtió en el valor moral por excelencia, del que derivarían prácticamente todos los demás: el trabajo, el ahorro, la constancia[1]. En Cataluña, concretamente, gracias al desarrollo industrial, la competencia capitalista quedó vinculada definitivamente con los valores de la floreciente y joven nación norteamericana; una nueva ética, una nueva pedagogía, por lo tanto, será reclamada por el principio de la realidad social.
El impulso de la idea de competencia y lucha por la vida, en el siglo XIX y XX, si no una substitución, provocó la conversión de la política en política educativa. La competencia, unida insoslayablemente al nuevo sistema económico liberal, se situó en el centro mismo de la sociedad, de la política y de la teoría y práctica pedagógicas: “Recuerda, no obstante, que hubo unos tiempos en que el negocio podía darlo la no competencia y la sobra de mercados; en que el dinero podía ganarse en América, porque nadie bajaba la mano para cogerlo. Hoy, no. Hoy la competencia es formidable. Hoy sólo la Energía, en todas sus manifestaciones (confianza en sí, estudio de los hombres, sugestión, etcétera), puede hacer triunfar al hombre de dinero y de negocios.”[2]
La lucha adquirió el valor del esfuerzo, del duro trabajar,  y no el de la pereza: "El mundo es lucha interminable, combate rudo, batallar continuo", escribirá el pedagogo catalán Joan Bardina i Castarà (1877-1950); el progreso humano es lucha: "Días interminables, noches eternas, pasados en combate constante con el tubo de ensayo, con la pila eléctrica, con el análisis del yo, para abrir las siete llaves del libro de la naturaleza e iluminar un rinconcito más de ese campo inmenso de lo desconocido..."[3]. Más que Darwin, el darwinismo posibilitó pensar en abolir la posición social heredada, o por lo menos permitió crear el espejismo de esta posibilidad. El nacimiento, bueno o malo, dejó, en teoría más que en la práctica, de ser crucial; lo que proporcionará una posición social y económica en la vida será la capacidad de lucha, de trabajo, de esfuerzo. En esta línea, el movimiento obrero se mostró tenaz en sus pretensiones de abolir el llamado derecho hereditario de accesión, a pesar de las reticencias que mostraron una parte de los pensadores del obrerismo sobre la verdad de la lucha.
La lucha por la existencia se planteará básicamente en un nivel ético, es decir, se transformará en una ética de la voluntad y del esfuerzo, marca y patente del siglo XIX, unas aportaciones que, por cierto, no han recibido la atención  que se merece por parte de la pedagogía. Ciertamente, habrá que esperar a principios del siglo XX para ver como se desarrolla una pedagogía sistemática del ascetismo,  aunque bastante mundano, basada en el esfuerzo, la perseverancia, la lucha, la acción, el trabajo.[4]
En último término, lo que se va a plantear a partir de las nuevas aportaciones naturalistas es la igualdad natural entre los hombres o, lo que es lo mismo, la desigualdad de talentos[5]. De esta manera, “aptitud” pasará a significar “gusto por la lucha competitiva”, convirtiéndose en una categoría capitalista[6]. Voluntad, trabajo y esfuerzo, frente a disipación, debilidad y vicio: “Para que veas cómo en situación pareja, y en igualdad de circunstancias, el hombre trabajador medra y prospera, y el indolente viene a menos y se arruina voy a relatarte lo que aconteció a dos hermanos labradores”[7]. De hecho, la transformación ideológica del “talento” se hará en virtud de la voluntad y del esfuerzo, es decir, se materializará por medio de la capitalización del conocimiento. El mejor será ahora el que más sabe; la voluntad se anuda al estudio:  “No olvides que el que llega al primer puesto en cualquier profesión es el que la domina con mayor suma de conocimientos”[8]. Se considerará que siempre debe existir un primer puesto, idea que se naturalizará: se confundirá la naturaleza con la sociedad. A partir de ahora resultará indispensable ser el primero, y, para ello, se acudirá al estudio y al trabajo, que se sacralizará. Darwin coadyuvó con el protestantismo en la construcción y impulso del sistema capitalista.


Esteruelas Teixidó, A. (2009). “La ética de la lucha por la supervivencia como criterio de inclusión y exclusión moral”. A Berruezo Albéniz, Reyes i Conejero López, Susana(Coord.). El largo camino hacia una educación inclusiva: la educación especial y social del siglo XIX a nuestros días. XV coloquio de Historia de la Educación. Pamplona 29, 30 de juny i 1 de juliol (pp. 139-146). Pamplona: Universidad Pública de Navarra.

[1] Sennett, R. (2003). El respeto. Sobre la dignidad del hombre en un mundo de desigualdad. Barcelona: Anagrama, página 82.
[2] Bardina i Castarà, J. (1916). La energía de la voluntad (Cómo se llega a la Dominación y a la Vida Intensa) (4ª, Nuevamente corregida y ampliada ed.). Barcelona: F. Granada y C.ª, editores, página 259.
[3] Bardina i Castarà, J. (1916). Obra citada, página 59, 62 i 61 respectivamente.
[4] Cortada, R. (1980). La pedagogía agonística en Joan Bardina. En Delgado, B., Cortada, R., González-Agàpito, J., Lozano, C. (1980). Joan Bardina. Un revolucionario de la pedagogía catalana. Barcelona: Universitat de Barcelon, página 79. Posteriormente García Hoz, Víctor. (1946). Pedagogía de la lucha ascética. Madrid: Inst. San José de Calasanz de Pedagogía.
[5] Un ejemplo actual: El método natural de enseñanza universal descubierto por Joseph Jacotot (1770-1840), y que tuvo cierto presencia en Cataluña, puesto que el éxito del método es la voluntad: “I és que, ben mirat, en allò que consisteix en gran part la troballa metodològica de Jacotot és en adonar-se i demostrar que altres persones podien seguir la mateixa iniciativa amb èxit...”. Rancière, J (2003. El maestro ignorante. Barcelona: Laertes; LAUDO, X. (2003). Recensión de Rancière, J (2003). El maestro ignorante. Temps d’Educació, 27, páginas 489-498.
[6] Sennett, R. (2003). Obra citada, página 88.
[7] Cuyàs Armengol, A. (1918). El muchacho: libro de orientación en la vida.Madrid: Imprenta de Juan Pueyo, pagina 102.
[8] Cuyàs Armengol, A. (1918). Obra citada, página 36. En otro lugar, “(...) cuantos más conocimientos hayas atesorado (...) mejor preparado te hallarás para la lucha por la vida o para tener éxito en tus empresas”, página 26.

dimecres, de juliol 20, 2011

La fi del poder

"La fi del Poder i la seva raó de ser està en la limitació de la llibertat dels homes que voldrien posar els seus interessos personals per damunt dels interessos de la societat". Tolstoi

divendres, de juliol 15, 2011

Marató d'obstacles

Hi ha dies i dies. Ahir vaig anar a córrer per la platja del Masnou. Bé, més que per la platja corro pel passeig de la platja. Com sempre, deixo el cotxe en un aparcament a uns 500 metros d’on començo els estiraments. Camino mentre guardo la clau a la butxaca amagada del pantaló i selecciona el que escoltaré en l'mp3 (o 4). Arribo al pas de vianants. Miro a dreta, miro a esquerra. Una grua municipal amb un policia uniformat, un policia local, s'apropa. El conductor, com jo, mira cap a l’esquerra. M’aturo i encara bo que m’aturo perquè el conductor passa mirant cap a l’esquerre, en una postura certament artística. Artística, però perillosa. La policia, seran manies meves, no dóna exemple de conducta viària, habitualment. Ben mirat, em pregunto per a què serveixen els intermitents, per exemple, dels cotxes. O la raó de tenir unl volant, si, total, les corbes, excepte les de la panxa, ja es fan rectes. 
Començo a córrer. Porto uns 8 minuts. En una punta de la vorera, un home; en l’altra punta, el seu gos; entremig d’ambdós la cordeta que uneix gos i amo, amo i gos. El gos, no em veu, el gos no reacciona; l’amo, em veu, l’amo no reacciona. Tothom té dret a la vida. M’atura mig segons, la corda, el gos, i el gos em deixa passar. Moltes gràcies. Entretant, he perdut el fil del programa de ràdio que vaig escoltant. Continuo. Quants metres? 100, 200, 300? Un cotxe que surt d’un aparcament a la vorera, que en un esforç d’acceleració evito. Uf! Hi ha cotxes que surten de les voreres! Continuo corrent. Em noto cansat perquè no m’he recuperat de la darrera carrera. Més endavant, ciclistes, famílies, nens jugant a pilota. Tot és normal, ara. En temps d’indignació haurem de començar a indignar-nos, també, de nosaltres mateixos. L’educació ha de servir per quelcom més que per trobar feina. La feina que no hi ha, l'educació que no es compra.

diumenge, de juliol 10, 2011

Anda suelto Satanás

Porto uns dies que... Parlaré de mi, que també per això escric al blog, per anar arxivant-me. 
Ahir vaig estar en un tribunal de màster. Em va fer molta il·lusió perquè era la primera vegada que em cridaven per a fer una tasca així. Em cridaven perquè necessitaven un doctor aliè a la seva Universitat.. Tants esforços per a fer la tesi i tan poca recompensa es grava en el cervell a foc. Clar, és cert, no es realitza la tesi per treure cap profit. En vaig aprendre molt, però molt. Em va fer il·lusió perquè era a la UAB, on jo no hi tinc pràcticament cap relació. A més a més, em pagaven. Feia temps que no feia res cobrant. Si mal no recordo des que vaig deixar d’anar a un postgrau al País Vasc. 
Em va fer il·lusió i vaig sentir-me bé perquè havia llegit tots els treballs que es presentaven. Fet que, penso, deu ser quasi inaudit. I em va fer il·lusió perquè el President, un agradable senyor catedràtic, em donava la paraula el primer, no sé si per ser el més jove, que és la tradició, o per l'últim de Filipines. I em va fer il·lusió perquè tenia apreciacions a fer i elogis a repartir. Em va envoltar, no obstant, una certa melangia en veure aquells alumnes que, tot i l'esforç i el valor, es veurien comdemnats a l'atur. Sempre em passa. És excés d'empatia, penso. O m'agradaria que fos.
Ara, si puc, començaré a preparar la comunicació sobre el Juanito de Parravicini, que no me’n recordo de res i l’haig d’exposar dimarts. En una Sala d'Actes. No ho vull ni pensar, encara. Pel dijous escriuré una altra sobre Darwin. En dos dies. Seràs més fàcil d'exposar perquè el tema el tinc més treballat i és més de fons i no tan descriptiu. I després començaré les vacances. Pensaré que aquest any, almenys, me les mereixo. I si no les mereixo, almneys ho hauré pensat. I, clar, a l'estiu, com un bon funcionari, seguiré estudiant i treballant pel curs vinent, perquè jo no puc dir, ni en sé ni em surt, "vuelva usted mañana".

Com deia Teddy Bautista, “Anda suelto Satanás”. Sabia el que es deia, clar.

dimecres, de juliol 06, 2011

La rüina de la fe


"No puedo tampoco simplemente responsabilizar a la gente culpándola por no saber votar o acusarla de ingrata"
Aquestes paraules de Paulo Freire cal recordar-les. Recordar-les sovint. Hi ha molta gent que, tot manifestant la voluntat de tenir un món millor -antisistema declarats, antisistema declarats però pura declaració teòrica- tot seguit responsabilitzen les persones que són les culpables de que passi el que passa. Culpables, diuen, quan són més aviat les victimes de tots plegats. No han sabut fer cas dels oracles de l’esquerra autoritària. Els seus propis oracles. És esquerra autoritària, no són demòcrates. Són, per tant, pitjor que el sistema. Són la ruïna de la fe en un antisistema: la fi de la utopia.

diumenge, de juliol 03, 2011

L'acampada i el maig del 68 en aforismes (20)


Exagerar, aquesta és l’arma: pura hipèrbole.

Efectivament, la hipèrbole és l'arma quan no és vol mentir. Zapatero, un radical. Pura exageració. La crisi, una creació. Nego la crisi. Nego la crisi com ens l'expliquen, com allò que passa, què no es pot evitar, com la mort. No, la crisi és la crisi d'una política, d'un paradigma. Pensar que sortirem de la crisi és ingenuïtat: molts s'hi quedaran. Com molts polítics que són, ni més ni mensy, pura hipèrbole. La política, com a gestió d'allò públic, ha mort. Ara la política fa una altra cosa: traslladar els diners de tots a uns quants, i aquests quants no són els més necessitats, que són els més avars. Molière no ha mort.