Sobre la autoría de La Escuela Moderna.
Uno de los hechos más significativos e interesantes en relación con el tema Ferrer, lo planteó el profesor Delgado en su reconocido y todavía indispensable libro sobre la Escuela Moderna [DELGADO, Buenaventura. (1979). La Escuela Moderna de Ferrer i Guàrdia. Barcelona: CEAC. Esta propuesta inicial podemos consultarla en las páginas 15-17. Sin embargo, no se profundiza más en el tema ni tampoco se insiste durante el libro en aportar más datos al respecto.] Una cuestión, por cierto, un tanto extraña para el talante profesional y la forma de trabajar e investigar de Delgado, más bien meticulosa y centrada en los hechos contrastados y poco dada a elucubraciones, con o sin fundamento. Se trata, ni más ni menos, del cuestionamiento de la autoría de la obra donde Ferrer explica el funcionamiento de su escuela: La Escuela Moderna. Póstuma explicación y alcance de la enseñanza racionalista [FERRER GUÀRDIA, Francesc. (1978). La Escuela Moderna. Póstuma explicación y alcance de la enseñanza racionalista. Barcelona: Tusquets editor.]
Anselmo Lorenzo Asperilla (1841-1914), en el prefacio que publicó en la obra del pedagogo catalán más prestigioso, había afirmado que La Escuela Moderna fue “escrita” durante el verano de 1908, en Amélie-les-Bains. Hipotéticamente, Ferrer se había desplazado a la localidad francesa de los Pirineos Orientales para recuperarse del encierro sufrido a raíz del famoso atentado de Mateo Morral en 1906: “Allí, Ferrer, en consideración a cuanto se había fantaseado por amigos y adversarios sobre el significado de la Escuela Moderna durante la campaña de su liberación, formó el propósito de escribir una Memoria explicativa de su significación”. Según relata Lorenzo, el fundador de La Escuela Moderna le “(…) invitó a que le acompañara, a lo que accedí gustoso (…), y concertamos propósitos de continuación aprovechando las lecciones de la experiencia.” Finalmente, Lorenzo reconocía que la llamada del alellense no había sido una invitación sólo al sosiego y la contemplación sino más bien resultó ser un agradable requerimiento de trabajo y propaganda: “Para la realización de su propósito requirió mi colaboración” [LORENZO ASPERILLA, Anselmo. (1978). Prólogo a la edición original, especialmente páginas 51-59. En FERRER GUARDIA, Francesc. (1978). Obra citada. Las citas son de la página 57. Este hecho también había sido notado por Vladimiro Muñoz, aunque solamente consignaba las palabras del prólogo, sin interpretar nada más. MUÑOZ, Vladimiro. (1974). Antología ácrata española. Barcelona: Grijalbo, página 58]. Sin embargo, no hay que atender demasiado a las palabras del toledano cuando aducía que su producción escrita en Amélie-Les-Bains fue exclusivamente el prólogo referido, que, por otra parte, nunca pensó que se publicaría junto a la obra de Ferrer. Se trataba más bien de una modestia mal disimulada, que de una verdad fáctica [En aquel medio, en presencia de Ferrer y oyendo su palabra inspirada por el más generoso altruismo, sentí aquellas emociones que asaltan el sentimiento y el pensamiento, y mientras él bosquejaba su Memoria yo escribí las siguientes líneas, que no pude presumir habrían de incluirse en el prefacio de la obra póstuma de Ferrer”[LORENZO ASPERILLA, Anselmo. (1978). Prólogo a la edición original, página 57]
Sea como fuere, hablar de La Escuela Moderna como obra “escrita” original es un tanto exagerado, puesto que está claro que el librito-memoria está constituido por diversos fragmentos y artículos que ya habían sido publicados. Como Delgado recogía en su investigación sobre Ferrer, el pedagogo catalán redactó la mitad solamente de las 255 páginas del libro publicado por Maucci: “De los XVII capítulos de que consta la obra, sólo cuatro, y no completos, fueron escritos después de la clausura de la E, Moderna.”[ DELGADO, Buenaventura. (1979). Obra citada, página 16] Concretamente, el capítulo primero (escrito en la Cárcel Modelo de Madrid), el segundo (no indicaba Delgado, por no tener constancia, la fecha en que se elaboró), el noveno (escrito en mayo de 1908) y el decimoséptimo (también escrito en la Modelo). Estos datos, de forma muy lógica, llevaban al catedrático de la Universidad de Barcelona a preguntarse por la razón de la no publicación de la obra en vida de Ferrer: “La ayuda que éste pidió a A. Lorenzo para la confección de la obra –nadie conocía como él la Escuela Moderna desde su fundación y las publicaciones que éste había lanzado-, la heterogeneidad de autores y materias tratadas en este libro y la diferencia de fechas en que estos trabajos fueron escritos y publicados, además de lo poco que Ferrer aportó después del verano de 1908...” le llevaban a concluir que La Escuela Moderna se debía más a la mano de Lorenzo que a la de Ferrer. Añadía todavía como razón en favor de esta proposición la falta de coherencia y de hilo conductor en las materias tratadas. En todo caso, no debemos olvidar que la obra es una “composición” de textos ya escritos, no una narración original, así como que la autoría de los textos está ampliamente fundamentada [Y, en cualquier caso, se puede consultar en DELGADO, Buenaventura. (1979). Obra citada, página 16, 17 y 18, nota 38]. Tenemos, pues, buenas razones para pensar que la composición de la obra póstuma de Ferrer fue realizada en colaboración con Anselmo Lorenzo, un hecho que, probablemente, habría aclarado el propio Lorenzo de haber podido acabar el tercer volumen de su importante obra El Proletariado Militante.
Uno de los hechos más significativos e interesantes en relación con el tema Ferrer, lo planteó el profesor Delgado en su reconocido y todavía indispensable libro sobre la Escuela Moderna [DELGADO, Buenaventura. (1979). La Escuela Moderna de Ferrer i Guàrdia. Barcelona: CEAC. Esta propuesta inicial podemos consultarla en las páginas 15-17. Sin embargo, no se profundiza más en el tema ni tampoco se insiste durante el libro en aportar más datos al respecto.] Una cuestión, por cierto, un tanto extraña para el talante profesional y la forma de trabajar e investigar de Delgado, más bien meticulosa y centrada en los hechos contrastados y poco dada a elucubraciones, con o sin fundamento. Se trata, ni más ni menos, del cuestionamiento de la autoría de la obra donde Ferrer explica el funcionamiento de su escuela: La Escuela Moderna. Póstuma explicación y alcance de la enseñanza racionalista [FERRER GUÀRDIA, Francesc. (1978). La Escuela Moderna. Póstuma explicación y alcance de la enseñanza racionalista. Barcelona: Tusquets editor.]
Anselmo Lorenzo Asperilla (1841-1914), en el prefacio que publicó en la obra del pedagogo catalán más prestigioso, había afirmado que La Escuela Moderna fue “escrita” durante el verano de 1908, en Amélie-les-Bains. Hipotéticamente, Ferrer se había desplazado a la localidad francesa de los Pirineos Orientales para recuperarse del encierro sufrido a raíz del famoso atentado de Mateo Morral en 1906: “Allí, Ferrer, en consideración a cuanto se había fantaseado por amigos y adversarios sobre el significado de la Escuela Moderna durante la campaña de su liberación, formó el propósito de escribir una Memoria explicativa de su significación”. Según relata Lorenzo, el fundador de La Escuela Moderna le “(…) invitó a que le acompañara, a lo que accedí gustoso (…), y concertamos propósitos de continuación aprovechando las lecciones de la experiencia.” Finalmente, Lorenzo reconocía que la llamada del alellense no había sido una invitación sólo al sosiego y la contemplación sino más bien resultó ser un agradable requerimiento de trabajo y propaganda: “Para la realización de su propósito requirió mi colaboración” [LORENZO ASPERILLA, Anselmo. (1978). Prólogo a la edición original, especialmente páginas 51-59. En FERRER GUARDIA, Francesc. (1978). Obra citada. Las citas son de la página 57. Este hecho también había sido notado por Vladimiro Muñoz, aunque solamente consignaba las palabras del prólogo, sin interpretar nada más. MUÑOZ, Vladimiro. (1974). Antología ácrata española. Barcelona: Grijalbo, página 58]. Sin embargo, no hay que atender demasiado a las palabras del toledano cuando aducía que su producción escrita en Amélie-Les-Bains fue exclusivamente el prólogo referido, que, por otra parte, nunca pensó que se publicaría junto a la obra de Ferrer. Se trataba más bien de una modestia mal disimulada, que de una verdad fáctica [En aquel medio, en presencia de Ferrer y oyendo su palabra inspirada por el más generoso altruismo, sentí aquellas emociones que asaltan el sentimiento y el pensamiento, y mientras él bosquejaba su Memoria yo escribí las siguientes líneas, que no pude presumir habrían de incluirse en el prefacio de la obra póstuma de Ferrer”[LORENZO ASPERILLA, Anselmo. (1978). Prólogo a la edición original, página 57]
Sea como fuere, hablar de La Escuela Moderna como obra “escrita” original es un tanto exagerado, puesto que está claro que el librito-memoria está constituido por diversos fragmentos y artículos que ya habían sido publicados. Como Delgado recogía en su investigación sobre Ferrer, el pedagogo catalán redactó la mitad solamente de las 255 páginas del libro publicado por Maucci: “De los XVII capítulos de que consta la obra, sólo cuatro, y no completos, fueron escritos después de la clausura de la E, Moderna.”[ DELGADO, Buenaventura. (1979). Obra citada, página 16] Concretamente, el capítulo primero (escrito en la Cárcel Modelo de Madrid), el segundo (no indicaba Delgado, por no tener constancia, la fecha en que se elaboró), el noveno (escrito en mayo de 1908) y el decimoséptimo (también escrito en la Modelo). Estos datos, de forma muy lógica, llevaban al catedrático de la Universidad de Barcelona a preguntarse por la razón de la no publicación de la obra en vida de Ferrer: “La ayuda que éste pidió a A. Lorenzo para la confección de la obra –nadie conocía como él la Escuela Moderna desde su fundación y las publicaciones que éste había lanzado-, la heterogeneidad de autores y materias tratadas en este libro y la diferencia de fechas en que estos trabajos fueron escritos y publicados, además de lo poco que Ferrer aportó después del verano de 1908...” le llevaban a concluir que La Escuela Moderna se debía más a la mano de Lorenzo que a la de Ferrer. Añadía todavía como razón en favor de esta proposición la falta de coherencia y de hilo conductor en las materias tratadas. En todo caso, no debemos olvidar que la obra es una “composición” de textos ya escritos, no una narración original, así como que la autoría de los textos está ampliamente fundamentada [Y, en cualquier caso, se puede consultar en DELGADO, Buenaventura. (1979). Obra citada, página 16, 17 y 18, nota 38]. Tenemos, pues, buenas razones para pensar que la composición de la obra póstuma de Ferrer fue realizada en colaboración con Anselmo Lorenzo, un hecho que, probablemente, habría aclarado el propio Lorenzo de haber podido acabar el tercer volumen de su importante obra El Proletariado Militante.
PD. Avui em trobo encara foça refredat. He anat (tasca de pare) a la fetsa de Cavall Fort (es mereix un post o dos), però el promès es deute. El següent missatge el posaré el dijous, si tot va bé. Demà és 13 d'octubre. Visca l'Escola Moderna!
1 comentari:
És molt interessant i curiós, tant com desconegut. Potser rebaixa el mite de Ferrer.
Lo de la festa, pels mitjans no n'he sentit res. I mira que seria bo promocionar Cavall Fort, la bona lectura per començar.
Felicitats dobles.
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