divendres, de juliol 22, 2011

La ética de la lucha por la supervivencia como criterio de inclusión y exclusión moral (2)

La lucha por la existencia y la aristocracia del talento
Como sea, lo cierto es que a partir y alrededor de Darwin se generó una nueva i innovadora forma de entender el mundo. La aristocracia del talento cobró, poco a poco, pero de manera constante, un nuevo brío que provocó una extensión de sus postulados a todos los aspectos de la vida social. Hasta tal punto se adueñó del pensamiento las ideas darwinistas que la competencia, en opinión del sociólogo norteamericano Richard Sennett, consiguió erigirse, nada más y nada menos, que en juicio del carácter de las personas. De hecho, la competencia se convirtió en el valor moral por excelencia, del que derivarían prácticamente todos los demás: el trabajo, el ahorro, la constancia[1]. En Cataluña, concretamente, gracias al desarrollo industrial, la competencia capitalista quedó vinculada definitivamente con los valores de la floreciente y joven nación norteamericana; una nueva ética, una nueva pedagogía, por lo tanto, será reclamada por el principio de la realidad social.
El impulso de la idea de competencia y lucha por la vida, en el siglo XIX y XX, si no una substitución, provocó la conversión de la política en política educativa. La competencia, unida insoslayablemente al nuevo sistema económico liberal, se situó en el centro mismo de la sociedad, de la política y de la teoría y práctica pedagógicas: “Recuerda, no obstante, que hubo unos tiempos en que el negocio podía darlo la no competencia y la sobra de mercados; en que el dinero podía ganarse en América, porque nadie bajaba la mano para cogerlo. Hoy, no. Hoy la competencia es formidable. Hoy sólo la Energía, en todas sus manifestaciones (confianza en sí, estudio de los hombres, sugestión, etcétera), puede hacer triunfar al hombre de dinero y de negocios.”[2]
La lucha adquirió el valor del esfuerzo, del duro trabajar,  y no el de la pereza: "El mundo es lucha interminable, combate rudo, batallar continuo", escribirá el pedagogo catalán Joan Bardina i Castarà (1877-1950); el progreso humano es lucha: "Días interminables, noches eternas, pasados en combate constante con el tubo de ensayo, con la pila eléctrica, con el análisis del yo, para abrir las siete llaves del libro de la naturaleza e iluminar un rinconcito más de ese campo inmenso de lo desconocido..."[3]. Más que Darwin, el darwinismo posibilitó pensar en abolir la posición social heredada, o por lo menos permitió crear el espejismo de esta posibilidad. El nacimiento, bueno o malo, dejó, en teoría más que en la práctica, de ser crucial; lo que proporcionará una posición social y económica en la vida será la capacidad de lucha, de trabajo, de esfuerzo. En esta línea, el movimiento obrero se mostró tenaz en sus pretensiones de abolir el llamado derecho hereditario de accesión, a pesar de las reticencias que mostraron una parte de los pensadores del obrerismo sobre la verdad de la lucha.
La lucha por la existencia se planteará básicamente en un nivel ético, es decir, se transformará en una ética de la voluntad y del esfuerzo, marca y patente del siglo XIX, unas aportaciones que, por cierto, no han recibido la atención  que se merece por parte de la pedagogía. Ciertamente, habrá que esperar a principios del siglo XX para ver como se desarrolla una pedagogía sistemática del ascetismo,  aunque bastante mundano, basada en el esfuerzo, la perseverancia, la lucha, la acción, el trabajo.[4]
En último término, lo que se va a plantear a partir de las nuevas aportaciones naturalistas es la igualdad natural entre los hombres o, lo que es lo mismo, la desigualdad de talentos[5]. De esta manera, “aptitud” pasará a significar “gusto por la lucha competitiva”, convirtiéndose en una categoría capitalista[6]. Voluntad, trabajo y esfuerzo, frente a disipación, debilidad y vicio: “Para que veas cómo en situación pareja, y en igualdad de circunstancias, el hombre trabajador medra y prospera, y el indolente viene a menos y se arruina voy a relatarte lo que aconteció a dos hermanos labradores”[7]. De hecho, la transformación ideológica del “talento” se hará en virtud de la voluntad y del esfuerzo, es decir, se materializará por medio de la capitalización del conocimiento. El mejor será ahora el que más sabe; la voluntad se anuda al estudio:  “No olvides que el que llega al primer puesto en cualquier profesión es el que la domina con mayor suma de conocimientos”[8]. Se considerará que siempre debe existir un primer puesto, idea que se naturalizará: se confundirá la naturaleza con la sociedad. A partir de ahora resultará indispensable ser el primero, y, para ello, se acudirá al estudio y al trabajo, que se sacralizará. Darwin coadyuvó con el protestantismo en la construcción y impulso del sistema capitalista.


Esteruelas Teixidó, A. (2009). “La ética de la lucha por la supervivencia como criterio de inclusión y exclusión moral”. A Berruezo Albéniz, Reyes i Conejero López, Susana(Coord.). El largo camino hacia una educación inclusiva: la educación especial y social del siglo XIX a nuestros días. XV coloquio de Historia de la Educación. Pamplona 29, 30 de juny i 1 de juliol (pp. 139-146). Pamplona: Universidad Pública de Navarra.

[1] Sennett, R. (2003). El respeto. Sobre la dignidad del hombre en un mundo de desigualdad. Barcelona: Anagrama, página 82.
[2] Bardina i Castarà, J. (1916). La energía de la voluntad (Cómo se llega a la Dominación y a la Vida Intensa) (4ª, Nuevamente corregida y ampliada ed.). Barcelona: F. Granada y C.ª, editores, página 259.
[3] Bardina i Castarà, J. (1916). Obra citada, página 59, 62 i 61 respectivamente.
[4] Cortada, R. (1980). La pedagogía agonística en Joan Bardina. En Delgado, B., Cortada, R., González-Agàpito, J., Lozano, C. (1980). Joan Bardina. Un revolucionario de la pedagogía catalana. Barcelona: Universitat de Barcelon, página 79. Posteriormente García Hoz, Víctor. (1946). Pedagogía de la lucha ascética. Madrid: Inst. San José de Calasanz de Pedagogía.
[5] Un ejemplo actual: El método natural de enseñanza universal descubierto por Joseph Jacotot (1770-1840), y que tuvo cierto presencia en Cataluña, puesto que el éxito del método es la voluntad: “I és que, ben mirat, en allò que consisteix en gran part la troballa metodològica de Jacotot és en adonar-se i demostrar que altres persones podien seguir la mateixa iniciativa amb èxit...”. Rancière, J (2003. El maestro ignorante. Barcelona: Laertes; LAUDO, X. (2003). Recensión de Rancière, J (2003). El maestro ignorante. Temps d’Educació, 27, páginas 489-498.
[6] Sennett, R. (2003). Obra citada, página 88.
[7] Cuyàs Armengol, A. (1918). El muchacho: libro de orientación en la vida.Madrid: Imprenta de Juan Pueyo, pagina 102.
[8] Cuyàs Armengol, A. (1918). Obra citada, página 36. En otro lugar, “(...) cuantos más conocimientos hayas atesorado (...) mejor preparado te hallarás para la lucha por la vida o para tener éxito en tus empresas”, página 26.

1 comentari:

Clidice ha dit...

Quan expliquen el conte de la cigala i la formiga -molt famós en la meva (nostra?) infantesa- sempre he pensat que devia ser un conte molt modern, malgrat que, en teoria, fos Isop el seu autor. La idea de la meritocràcia, de l'esforç per aconseguir fites, s'ha cristal·litzat -i mediatitzat- totalment amb la industrialització i, em temo, que els estudis reglats només en són una conseqüència. Res a veure amb l'interès per la millora intel·lectual de la població i Bolònia n'és el paradigma: tecnifiquem així no divaguem i no discutim. Tanmateix, aquesta idea no deixa de ser recurrent en la humanitat, o potser és que llegim enrere sota els valors actuals i triem allò que potser aleshores era merament residual i que s'ha conservat gràcies a què deia, justament, allò que es volia sentir des de la posteritat?

Divago oi? Millor me'n vaig a la platja :) De tota manera, gràcies! :)