Algunas ideas más de Ferrer
Que la elaboración y madurez del pensamiento de Ferrer se vieron influidas por su estancia en Francia es un hecho que no debe merecer mayor atención. Desde la lejana ascendencia de la ilustración, con sus ideas de fe en el progreso y en la capacidad de expansión de las ideas, la creencia en la ciencia y en la cultura, pasando por la fe en la educación y el propio concepto de racionalismo ferreriano.
Hemos tratado ya el uso partidista de la enseñanza por parte del estado, pero no hay que olvidar la crítica de Ferrer al economicismo de la escuela francesa de su época, un hecho que le hizo ver clara la necesidad de plantear una relación especial y radical entre la escuela y la sociedad. Y esta postura le caracterizó enormemente. Es así como se entiende la propuesta de una escuela pública no estatal, ni municipal.
También hay que contemplar que el sindicalismo revolucionario francés, que tardó en hacerse presente en España, tuvo una gran ascendencia sobre el movimiento obrero, convirtiéndose en preeminente. No fue Ferrer ajeno a este hecho ya que las primeras traducciones francesas sobre este tema las realizó la editorial de la Escuela Moderna y La Huelga General. Debemos recordar, de paso, que el sindicalismo francés también recogió algunos frutos de la experiencia catalana de Ferrer en un tema tan importante como el de la neutralidad escolar, tan presente en el sexenio posterior al cierre de la Escuela Moderna.
Finalmente, no podemos olvidarnos de las insistencias sobre el adoctrinamiento ferreriano ya que han funcionado como una criminalización de todo pensamiento que se abogue un interés por la justicia humana, esa justicia que choca contra los intereses económicos sacralizados. Ahora bien, como algunos han hecho notar, no se ha hecho constar los esfuerzos de criminalización de la figura de Ferrer por parte del estado español. Unos intentos de los que el estado francés ha sido copartícipe.
En este sentido, Solà destacaba un artículo titulado “L’Internacionle policière”, escrito por Guy Bowman y que versaba sobre el espionaje policial contra la izquierda revolucionaria de la época, aspecto olvidado pero que resulta indispensable tener en cuenta para situar algunas de las fuentes citadas por historiadores aparentemente objetivos. En Francia, concretamente, destacaba un tal M. Johnson, corresponsal del Figaro, es decir, el inspector Houillier y también la policía rusa de Nicolás II. Este inspector había denunciado el interés de la policía española y francesa por implicar a Malato en el atentado de Rohan con el objetivo de minorar las consecuencias que para el despertar de las conciencias tenía la denuncia del proceso de Montjuïch, y especialmente de las torturas.
Los dos argumentos esgrimidos anteriormente, aparentemente inconexos, sirven para estar avisados sobre el desprestigio de la obra de Ferrer a partir del argumento “ad homine”, una línea que recorrió “el gobierno francés o sus representantes diplomáticos” ya que “(…) participó activamente, en el inicio de la campaña de desprestigio personal de Ferrer, sobre la base de que se propinaba un bandazo mortal a su reputación e, indirectamente, se tendía a justificar el resultado del juicio militar”. De hecho, lo que más interesaba era desprestigiar la obra de Ferrer, y no a la persona del alellense que a pesar de todo poco podía influir (en comparación con su obra) sobre el curso de los acontecimientos. Finalmente, debemos recordar otros aspectos de interés como los libros de texto, su trabajo en la línea que llegaba a Francia, los libros que pudo comprar en París y que tenían un buen interés; la influencia que el ambiente parisino ejerció sobre su cientificismo y su interés por la experiment
Que la elaboración y madurez del pensamiento de Ferrer se vieron influidas por su estancia en Francia es un hecho que no debe merecer mayor atención. Desde la lejana ascendencia de la ilustración, con sus ideas de fe en el progreso y en la capacidad de expansión de las ideas, la creencia en la ciencia y en la cultura, pasando por la fe en la educación y el propio concepto de racionalismo ferreriano.
Hemos tratado ya el uso partidista de la enseñanza por parte del estado, pero no hay que olvidar la crítica de Ferrer al economicismo de la escuela francesa de su época, un hecho que le hizo ver clara la necesidad de plantear una relación especial y radical entre la escuela y la sociedad. Y esta postura le caracterizó enormemente. Es así como se entiende la propuesta de una escuela pública no estatal, ni municipal.
También hay que contemplar que el sindicalismo revolucionario francés, que tardó en hacerse presente en España, tuvo una gran ascendencia sobre el movimiento obrero, convirtiéndose en preeminente. No fue Ferrer ajeno a este hecho ya que las primeras traducciones francesas sobre este tema las realizó la editorial de la Escuela Moderna y La Huelga General. Debemos recordar, de paso, que el sindicalismo francés también recogió algunos frutos de la experiencia catalana de Ferrer en un tema tan importante como el de la neutralidad escolar, tan presente en el sexenio posterior al cierre de la Escuela Moderna.
Finalmente, no podemos olvidarnos de las insistencias sobre el adoctrinamiento ferreriano ya que han funcionado como una criminalización de todo pensamiento que se abogue un interés por la justicia humana, esa justicia que choca contra los intereses económicos sacralizados. Ahora bien, como algunos han hecho notar, no se ha hecho constar los esfuerzos de criminalización de la figura de Ferrer por parte del estado español. Unos intentos de los que el estado francés ha sido copartícipe.
En este sentido, Solà destacaba un artículo titulado “L’Internacionle policière”, escrito por Guy Bowman y que versaba sobre el espionaje policial contra la izquierda revolucionaria de la época, aspecto olvidado pero que resulta indispensable tener en cuenta para situar algunas de las fuentes citadas por historiadores aparentemente objetivos. En Francia, concretamente, destacaba un tal M. Johnson, corresponsal del Figaro, es decir, el inspector Houillier y también la policía rusa de Nicolás II. Este inspector había denunciado el interés de la policía española y francesa por implicar a Malato en el atentado de Rohan con el objetivo de minorar las consecuencias que para el despertar de las conciencias tenía la denuncia del proceso de Montjuïch, y especialmente de las torturas.
Los dos argumentos esgrimidos anteriormente, aparentemente inconexos, sirven para estar avisados sobre el desprestigio de la obra de Ferrer a partir del argumento “ad homine”, una línea que recorrió “el gobierno francés o sus representantes diplomáticos” ya que “(…) participó activamente, en el inicio de la campaña de desprestigio personal de Ferrer, sobre la base de que se propinaba un bandazo mortal a su reputación e, indirectamente, se tendía a justificar el resultado del juicio militar”. De hecho, lo que más interesaba era desprestigiar la obra de Ferrer, y no a la persona del alellense que a pesar de todo poco podía influir (en comparación con su obra) sobre el curso de los acontecimientos. Finalmente, debemos recordar otros aspectos de interés como los libros de texto, su trabajo en la línea que llegaba a Francia, los libros que pudo comprar en París y que tenían un buen interés; la influencia que el ambiente parisino ejerció sobre su cientificismo y su interés por la experiment
4 comentaris:
D'estrafolari a heterodox (que no és coincidència nímia):això de la psicopedagogia té el mateix problema que la filosofia: tothom (quasi) vol la raó. Davant la meva ignorància sobre el tema i els diferents conceptes sobre Ferrer, no em pronuncio, però si voldria saber la teva opinió sobre si és veritat que Unamuno va dir d'ell que era "un mamarracho" i si va instigar la setmana Tràgica.(encara que suposo que diràs que no:))Coincidim en la manca d'objectivitat general-al blog hi he penjat un article meu del Contrapunt que crec aclaridor-.Endavant amb el blog, fan falta heterodoxes. Crec però que per això cal ser eclèctic, i convido a tu i a tothom a aprofundir en aquesta virtut.
emaspons.blogspot.com
No sé perquè, però quan he llegit el teu blog m'he dit: caram! quin tio! El criteri, de Balmes! Un home de bé!
Efectivament, Unamuno va mentir sobre Ferrer. Jo, a Ferrer, sempre el critico a classe, amb els alumnes, però no va tenir cap implicació en la Setmana Trágica. Pío Moa diu que sí, per tant és que no (aquest criteri no falla). En l’atemptat de 1906, potser sí, però el 1909 no. Amb tota seguretat. De fet, Ferrer no era conegut entre els mitjans anarquistes de Barcelona. Ja li hauria agradat, però no pintava res. Si pintava bastant Anselmo Lorenzo, un traductor de l’Escola Moderna, molt respectat entre els mitjans anarquistes. Però tampoc es va implicar. Ferrer, de fget, no és gens del meu agrat. No va ser gaire lleial en la seva vida, crec. Una vitut que és prou fonamental. Ferrer, no obtant, seria força admirat avui perquè va ser capaç de muntar una escola “racional”, calia ciencia contra dogma. I llegeixo en el seu perfil que vostè estaria molt més a prop de Ferrer que d’Unamuno. Visca Mollet! I Balmes, per cert. Aquest hivern vaig fer-me una foto al costat de la tomba. Ja la posaré. Gràcies pel comentari.
ALbert Esteruelas
Gràcies per l'aclaridora resposta. En un punt es despren que jo semblo racionalista, i no ho crec. Tampoc dogmàtic. Deixem-ho en racional -però ober al misteri-, amb tocs anarquitzants i persona amb gran sentit de l'ordre, sense ell no hi ha llibertat ni drets . En fi quelcom estrafolari avui dia, com deiem.
Ah, sé del monument a Balmes però desconeixia que hi estés enterrat -suposo-. En va produir una sensació estranya la tomba del pintor Sert -cèlebre a mig món i USA- quasi desaparcebuda allà al claustre de la mateixa catedral.
He interpretat que ets tant "racional" com Ferrer. Ell volia mostres, proves, arguments (tot i ser una mica dogmàtic). Tu no m'ho has semblat gens, de dogmàtic, però si que necessites proves per creure, no? Ets racional com Ferrer entenia la racionalitat. Tot això és positiu en un món ple d'irracionalitats.
Albert Esteruelas
Albert Esteruelas
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